Laura-Greta Marin también es romaní. Estudió Derecho y Psicología. Actualmente, participa de manera activa en proyectos para la integración y la defensa de los derechos de los romaníes. En una entrevista para la revista Gitanos en 2008 manifestó lo siguiente: “Después de los años 90, el abismo existente entre los roma y los rumanos se abrió aún más. Considero que los principales culpables son el Estado rumano, sus instituciones y los medios de comunicación, que destacan sólo los aspectos negativos de los roma. La forma más grave de discriminación en Rumanía es la institucional. Aunque de manera formal este país tiene una ley contra la discriminación, un mecanismo de inclusión social, un organismo gubernamental para los problemas de los roma, y un Consejo nacional de lucha contra la discriminación, todas estas instituciones son ineficaces en la práctica y muy poco visibles”.
Mejorar las condiciones de vida del pueblo gitano en Rumanía es un asunto prioritario. Y aunque no hay una solución tajante para arrancar de raíz esta problemática, Necula aboga por las políticas locales. “Si no combatimos la discriminación, todos los esfuerzos –desarrollo social, desarrollo de la comunidad, educación, salud, etc.– serán en vano. Por lo tanto, creo que el Gobierno rumano debería reconocer su incapacidad para hacer frente a esta situación compleja y no pasarle la pelota a la Unión Europea; y, por el contrario, hacer un llamamiento a las autoridades locales de aquellas zonas donde los gitanos sean numerosos para que actúen”. Por otro lado, Laura-Greta Marin se decanta por fomentar las relaciones directas entre las personas de etnia gitana y las autoridades. “Para lograr un cambio hay que trabajar no solo con los roma, sino también con los rumanos. Solo con un trabajo conjunto las acciones de las organizaciones no gubernamentales tienen posibilidades de éxito”, asegura la activista.
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