La decisión parecía estar cada vez más clara. Si todo salía según lo previsto, Cluj-Napoca sería mi destino Erasmus. "¿Y eso dónde está?", me preguntaban; a lo que yo, con gran entusiasmo, respondía: "Es una ciudad al noroeste de Rumanía". Sin embargo, por mucho énfasis que le pusiera, casi siempre recibía la misma cara de póker como réplica.
Describiría el tono con el que me decían "¿A Rumanía?", pero creo que pueden imaginárselo. "Sí, a la capital histórica de Transilvania". De repente, como si de un embrujo se tratara, se les iluminaba la cara y el estigma sobre las tierras rumanas desaparecía de un plumazo. "Anda, Transilvania, qué maravilla. Pues ojalá que todo salga bien. Mucha suerte".
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